Elecciones Europeas

La gran victoria de Le Pen y el auge ultra en Alemania sacuden Europa

El PPE de Von der Leyen gana y ofrece un pacto a liberales y socialistas si la mantienen al frente de la Comisión

Marine Le Pen seguida por el presidente de su partido, Jordan Bardella. JULIEN DE ROSA

Ninguna sorpresa, muchas incertidumbres y un pequeño sismo institucional. Las fuerzas ultras, escépticas y eurófobas han dado este domingo un nuevo paso adelante con resultados demoledores en los miembros fundadores de la Unión aprovechando la ola de descontento que va desde el campo a la industria pasando por los 'perdedores de la globalización'. Los números, agitan, sacuden los pilares tradicionales, pero no son suficientes para un cambio de orde

Ya soy premium Inicia sesion

Hazte Premium desde 1€ para seguir leyendo

Lo quiero

Cancela cuando quieras

Si lo prefieres

Términos y condiciones de compra

Ninguna sorpresa, muchas incertidumbres y un pequeño sismo institucional. Las fuerzas ultras, escépticas y eurófobas han dado este domingo un nuevo paso adelante con resultados demoledores en los miembros fundadores de la Unión aprovechando la ola de descontento que va desde el campo a la industria pasando por los 'perdedores de la globalización'. Los números, agitan, sacuden los pilares tradicionales, pero no son suficientes para un cambio de orden.

El Partido Popular Europeo, el favorito indiscutible, ha ganado, una vez más, las elecciones europeas, logrando 189 escaños según los resultados provisionales. Las derechas son claramente las triunfadoras, pues los de Ursula von der Leyen ganarían representación (13) por primera vez tras tres convocatorias consecutivas menguando. Crece también el grupo de los Conservadores y Reformistas (ECR, en el que se encuadra Vox o Giorgia Meloni) hasta 72, Identidad y Democracia (ID, de Marine le Pen) hasta 58 y sobre todo los No Inscritos y otros que suman 98 escaños, ya que formaciones importantes como el Fidesz de Victor Orban o la medio fascista AfD, que disputa en Alemania el segundo puesto al SPD, no tienen por el momento grupo en la Eurocámara. Los aplastantes resultados en Francia y Alemania, que han forzado elecciones en la primera y presiones para algo parecido en la segunda, han marcado el tablero y sacudido, pero no tumbado.

Los grandes derrotados de la noche han sido los Verdes (52), los Liberales (80) y los socialistas (135) , por ese orden, con una caída importante de escaños, porcentaje de voto y confianza tras una legislatura marcada por sus preferencias, prioridades y temas estrella, del Pacto Verde a la cooperación económica con los Fondos Next Generation. Estas dos son pocas de las lecturas claras de la noche. Todas las demás están llenas de matices, aristas, contrafácticos. Por cada dato para el optimismo de unos hay otro para el pesimismo.

Europa ha sido gobernada tradicionalmente por una Gran Coalición de socialdemócratas y democristianos. En 2019, por primera vez, los votos de Verdes y Liberales se volvieron indispensables, tanto para sostener a la Comisión como para aprobar legislación. Ahora, su presencia seguiría siendo vital y es suficiente, pero ahora el PPE y todo lo que está a su derecha tendrían suficiente para formar una mayoría. No ocurrirá, no como norma general. El presidente del PPE y líder de su grupo en la Eurocámara, Manfred Weber, lo primero que ha hecho al celebrar los resultados es tender la mano a sus socios habituales y preferentes para "una mayoría proeuropea". Pero poniendo una condición inmediata: el apoyo de todos a Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea hasta 2029. "Somos un ancla de estabilidad. Construiremos un bastión contra los extremistas de izquierda y derecha. Los partidos del centro tenemos una gran responsabilidad. Podemos discrepar en asuntos concretos pero todos queremos estabilidad y una Europa eficiente que funcione", ha prometido la alemana dirigiéndose a los líderes europeístas.

Le Pen: "Estamos preparados para las elecciones legislativas"

Los equilibrios hasta 2030 serán, previsiblemente, los de siempre para los temas principales. Pero los números abren la puerta a que en temas puntuales se pueden sacar adelante resoluciones, tumbar dosieres y marcar caminos. Así que los que quieran ver el vaso medio lleno podrán argumentar que hay margen para que el proceso se integración no se vea afectado. Y los que lo noten medio vacío dirán que la horquilla se ha reducido, que los umbrales se tambalean y que los muros históricos se desmoronan poco a poco. Que estamos ante una legislatura de transición, de examen permanente, y que el cambio de verdad se espera para la próxima convocatoria, cuando Giorgia Meloni y sus aliados confían en poder romper "una alianza antinatural" entre izquierda y derecha.

La lectura en 2019 fue que Europa seguía fuerte porque a pesar del Brexit, de una retahíla de referéndum con resultados negativos, y de tensas elecciones previas en Alemania, Francia o Países Bajos, cuando todos temían e incluso esperaban una catástrofe, las fuerzas europeístas seguían con mandato para construir. La lectura, ahora, es más complicada. Los números mantienen parte de la narrativa, pero el relato es completamente diferente. Lo que antes era imposible, impensable, inaceptable, ahora es completamente normal, en todas las acepciones de la palabra, la estadística y la política.

La Eurocámara se ha ido a la derecha porque el continente hace tiempo que se fue a la derecha, así que lo que lo ocurrido este domingo era previsible. Pero los cambios que se han producido, en el tiempo medio y largo, son dramáticos. En el año 2000, la Comisión Europea y los 14 impusieron sanciones cuando el Partido Popular Austriaco (ÖVP) formó una coalición gubernamental con el Partido Liberal (FPÖ) del ultraderechista Jörg Haider, dejando claro que era una línea roja. Hoy el FPÖ ha ganado las elecciones y no habrá grandes reacciones.

En 2009, Reino Unido prohibió la entrada del diputado Geert Wilders, y lo retuvo en el aeropuerto, por incitación al odio religioso, delito por el que está a la espera de juicio en Holanda. En septiembre, su partido ganó las elecciones. Y aunque no ha repetido resultados en estas Europeas, sigue siendo el actor principal y marcará tono en el Consejo Europeo. Durante lustros, Jean-Marie le Pen fue derrotado una y otra vez en las elecciones presidenciales Su hija, Marine, ha sufrido la misma suerte, pero este domingo ha arrasado, ha doblado al partido de Emmanuel Macron y forzado la convocatoria inmediata de elecciones a la Asamblea Nacional.

Y Alemania. Lo que ha pasado esta semana se veía venir, y ha sido en realidad mejor de lo que las encuestas avisaban desde hacía un año. Pero cuando la ultraderecha crece así en Alemania, el continente entero tiembla. Todo adjetivo se queda corto, y no hay muchos grises. No ha ocurrido como en otras latitudes, en la que los extremistas han ido abandonando su discurso contra la UE, el Euro, contra Ucrania para poder ser aceptables y aceptados. La AfD no se modera, al revés. Y el mejor ejemplo es que su candidato para las europeas fue forzado a dimitir hace pocas semanas por unos comentarios relativizando la maldad de las SS nazis. Lo que provocó, además, su expulsión del grupo ID de la Eurocámara y ser repudiados por sus socios.

Ahora se hablen tres ciclos paralelos e interconectados. Por un lado, el debate sobre los altos cargos. El PPE quiere, por lo menos en público, a Von der Leyen, y el haber ganado ampliamente las elecciones les da muchas papeletas. Pero la decisión es los líderes, y ahí las dinámicas son complicadas. Emmanuel Macron, en medio de elecciones nacionales decisivas y un calendario lleno de reuniones internacionales, de la OTAN al G7 pasando por la Cumbre de Paz para Ucrania, quiere proscribir completamente a Le Pen, y para eso exigirá que la alemana le cierre la puerta con contundencia.

"Hoy es un gran día", ha dicho Manfred Weber al analizar los resultados. "Somos de nuevo el primero grupo en la Eurocámara, hemos ganado, somo los únicos que aumentan escaños así que gracias a todos por la confianza. Ahora la pregunta es si se pueden tener mayorías razonable y yo se la traslado a las dos grandes familias, los social demócratas y los liberales. Les invito a unirse a una alianza pro europea, a ir de la mano para crear las bases de los próximos cinco años, en la Eurocámara y el Consejo Europeo, donde tenemos 13 representantes. En ambas cámaras les pedimos el apoyo para respetar el resultado y que Ursula von der Leyen sea presidenta", ha añadido.

El segundo ciclo es de colaboración en la Eurocámara. Los incentivos para que lo principales partidos sigan colaborando es evidente, pero reconfigurando prioridades. Ya no es la era del Pacto Verde, sino de la Competitividad, la industria, la economía y la seguridad y Defensa. Quedan muchísimas dudas que aclarar y los resultados son inciertos por el enorme grupo de los No Inscritos, que no tiene solo a miembros de la ultraderecha, la derecha radical o eurófobos conservadores. Los populares han dejado claro que no trabajarán con ellos, y ni siquiera con los miembros de ID o ECR que no sean proeuropeos, proucranianos y pro Estado de Derecho, como AfD o Marine le Pen, entre otros. Pero cambia el mapa continental y rompe los discursos tradicionales. Los cordones sanitarios podrían saltar por los aires, y eso tiene consecuencias enormes.

El tercer nivel es el de la sociedad civil, el de la filosofía que da forma a la Unión. A la idea de integración, de solidaridad. Después de casi dos décadas de permanentes crisis, la política europea no se puede definir simplemente entre izquierda y derecha, europeístas y euroescépticos, extremos y centro. El mejor ejemplo es quizás lo ocurrido en España con Se acabó la fiesta y más de 750.000 votos que ningún análisis tradicional es capaz de explicar.

Los expertos del European Council of Foreign Relations hablan de "cinco tribus en crisis" cuyos miembros han quedado traumatizados por un acontecimiento clave, pero no el mismo. Se han sufrido recesiones económicas, una guerra y una revolución en materia de Seguridad y Defensa, sanitaria con el Covid, climáticas y migratorias, que han creado identidades políticas nacionales y transnacionales. Todas juntas han creado un cóctel que exige renovar las categorías, actualizar los modelos y repensar hasta el sentido mismo del europeísmo. Lo que fue suficiente para las generaciones de 1945, 1968 y 1989 y hasta 2004 ha quedado enterrado para siempre y hace falta otra ilusión, otras promesas, otras esperanzas.

Las divisiones clásicas ya no sirven ni para predecir adecuadamente el comportamiento electoral ni el sentimiento proeuropeo, porque en un buen número de países fuerzas a ambos lados del espectro han ido convergiendo en cuestiones clave, desde la migración hasta el gasto social. "En una atmósfera de ansiedad en la que 6 de cada 10 ciudadanos sienten que sus respectivos países van en la dirección equivocada, la división más querida por los estrategas políticos -entre la esperanza y el miedo- se ha desequilibrado tanto hacia el miedo que ya no puede ayudar como lo hizo antes", resumen en el ECFR.

La legislatura acaba de empezar y no hay mayor certeza sobre si Von der leyen repetirá, si el Consejo la apoyará o el Parlamento la ratificará. Si habrá cumbres en julio o en agosto. Si Macron será capaz de darle la vuelta al hundimiento de hoy o tendrá que presidir un país dominado en la Asamblea por la persona que representa todo lo que le detesta. Si Olaf Scholz, a años luz de la auctoritas y potestas de Merkel, podrá sobrevivir. Si Meloni logrará su sueño de llevar a Europa el 'modelo Italia', con una unión se populares, conservadores y soberanistas. Hay dudas, como cada cinco años, pero las de hoy tienen más sabor existencial. No es la legislatura del ultimátum, del todo o nada, sino de la transformación, y empezó anoche con fuegos artificiales.

Noticias relacionadas

Show more