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LOS MEGA-DISE�OS RESIDENCIALES VALLADOS EN
LAS PERIFERIAS DE LAS METR�POLIS LATINOAMERICANAS Y EL ADVENIMIENTO DE UN NUEVO
CONCEPTO DE CIUDAD. ALCANCES EN BASE AL CASO DE SANTIAGO DE CHILE.
Axel Borsdorf
Instituto de
Geograf�a, Universidad de Innsbruck, Instituto para
E-mail: axel.borsdorf@uibk.ac.at
Rodrigo Hidalgo
Instituto de
Geograf�a, Pontificia Universidad Cat�lica de Chile.
E-mail: hidalgo@geo.puc.cl
Los Mega-dise�os residenciales vallados en
las periferias de las metr�polis latinoamericanas y el advenimiento de un nuevo
concepto de ciudad. Alcances en base al caso de Santiago de Chile (Resumen)
Basado en el estudio de los grandes proyectos residenciales vallados de
la periferia norte del �rea Metropolitana de Santiago de Chile, se analiza el
modo en que dichas intervenciones configuran una nueva imagen de la expansi�n
urbana, que se organiza en base al trazado de autopistas urbanas y centros
comerciales de grandes superficies, malls. Con dichos elementos se establecen
algunas hip�tesis que afirman que esta configuraci�n f�sica de la urbe, estar�a
conduciendo a un concepto de ciudad distante de la diversidad social y
funcional.
Palabras clave: ciudades valladas, estructura urbana,
Santiago de Chile.
The development of enclosed cities in the urban fringe
of Latin American urban areas and the advancement of a new concept about the
city. Some notes based on the case of
On the basis of study of new great projects
residential fence of periphery north of area metropolitan of Santiago of Chile,
analyzes way in which these interventions form a new image of the urban
expansion, that organizes on the basis of the layout of urban freeways and
commercial centers of great surfaces, malls. With these elements some
hypotheses settle down that affirm that this physical configuration of the
large city would be leading to a concept of distant city of the social and
functional diversity.
Key words: fence cities, urban structure, Santiago of Chile.
La exclusi�n social existente en los espacios residenciales de las ciudades no es un fen�meno reciente, sino m�s bien constituye una caracter�stica inherente al hecho urbano. Es m�s, siempre han existido barrios para los estratos sociales altos, medios y bajos. Sin embargo, desde hace algunas d�cadas los barrios cerrados comienzan a delinear, cada vez con mayor fuerza, las �reas de vivienda en diferentes ciudades del mundo. Esto se manifiesta en nuevas formas y magnitudes de la segregaci�n social y la fragmentaci�n espacial de las urbes, situaci�n que ha llevado, por ejemplo, a la creaci�n de una red internacional de car�cter informal para investigar este fen�meno conocido tambi�n como gated communities (comp�rese Glasze, Webster y Frantz, 2005).� �
Dentro de este contexto, se puede
afirmar que los barrios cerrados latinoamericanos han sido estudiados con
cierta profundidad en los �ltimos tiempos, por lo menos en lo que concierne a
la forma y estructura de las urbanizaciones amuralladas con sistemas de
vigilancia (Borsdorf, 2000; Meyer & B�hr, 2001; Kohler, 2002;
Kanitscheider, 2002; Hidalgo y Borsdorf, 2005). A tal punto, que se admite la
nueva estructuraci�n del espacio urbano, de diferentes maneras por supuesto,
para modelar la fisonom�a de la ciudad latinoamericana (Borsdorf, B�hr y
Janoschka 2002; Mertins, 2003).� Las pol�micas divergen bastante
acerca de la interpretaci�n espacio-cultural y del an�lisis de las causas de
este fen�meno. Mientras
que autores como Borsdorf (2002) y Borsdorf e Hidalgo (2004�) hacen hincapi� en
la proximidad de la cultura ib�rica; otros, como De Mattos (2003) y Parnreiter,
Fisher y J�ger (2005) responsabilizan a la globalizaci�n. No obstante, sobre
las tendencias recientes, se podr�a llegar finalmente a un consenso, puesto que
los megaproyectos surgidos desde hace un tiempo rompen con cualquier tradici�n
urbana arraigada en Latinoam�rica y pueden ser considerados como secuelas de la
globalizaci�n.
Estos megaproyectos son zonas habitacionales que van desde los 50.000 hasta m�s de 100.000 habitantes. Un concepto nuevo de ciudad rodeada de muros, vallas, portones y sistemas de seguridad para proteger a sus miembros de manera herm�tica y excluirlos del mundo exterior. Comunidades provistas, adem�s, de prestaciones de servicios y abastecimiento propias -en otras palabras, autosuficientes-, pero reservadas �nicamente a un cierto estrato social. De vez en cuando -como en el caso de Santiago de Chile- esos megaproyectos se vinculan a los cascos urbanos a trav�s de autopistas privadas transitables muchas veces s�lo por quienes moran en esos nuevos complejos residenciales.
Fen�menos semejantes ya hab�an sido
analizados respecto al caso de Alphaville en la ciudad de S�o Paulo (Coy &
P�hler; 2002) que sirvieron de ejemplo para un estudio detallado del proyecto
Nordelta en
El texto[1] busca analizar el fen�meno de las "ciudades valladas" en Chile� (Hidalgo, 2004) y ver si se trata, bien de un proceso seudo-urbano con tendencias post-urbanizadoras o si dichas intervenciones, podr�an ser comprendidas, incluso como la ant�tesis del concepto de ciudad. Los desarrollos en Brasil y Argentina son usados s�lo a t�tulo de comparaci�n; las ideas expuestas en este art�culo est�n fundamentadas en los trabajos de campo realizados por los autores en 2004 y 2005 en Santiago de Chile. Vali�ndose de cartograf�as, entrevistas y una base de datos georeferenciada de las� comunas que componen el �rea metropolitana que da a lugar dicha ciudad (AMS) con datos complementados durante la investigaci�n en terreno (comp�rese tambi�n Borsdorf e Hidalgo, 2004b).
La creaci�n de figuras t�cnico jur�dicas
para acoger megaproyectos en la periferia de la aglomeraci�n. El caso de
Provincia de Chacabuco
Desde hace d�cadas el crecimiento de Santiago de Chile (1992�2002: 8,6%) -como el de otras tantas megaurbes latinoamericanas (comp�rese Borsdorf 2004/PG)- se encuentra por debajo de la tasa media del pa�s (1992�2002: 12,8%). Sin embargo, la ciudad en t�rminos demogr�ficos y de extensi�n, contin�a aumentando de tama�o, proceso que es diferenciado en el conjunto de comunas que componen la gran conurbaci�n que conforma su planta f�sica. Como es de esperar, este crecimiento se concentra preferentemente en comunas de la periferia, donde se observan incrementos que casi duplican su poblaci�n, considerando como a�o base 1992 (figura N�1 y N�2). En el caso Colina y Lampa, ubicadas al norte del AMS en la provincia de Chacabuco, de las que hablaremos a continuaci�n, registran un crecimiento demogr�fico de un 47,1 % y 60,2 % entre 1992 y 2002, respectivamente.
Con miras a desarrollar negocios
inmobiliarios, ya a principios de 1990, se generan movimientos de capital en
torno a los territorios ubicados al norte de la ciudad. Con el objetivo de
acaparar el m�ximo de tierras posibles de urbanizar, se comienzan a producir
procesos especulativos, que llevan a los grandes compradores a establecer
inversiones con el objeto que rindan frutos en el mediano y largo plazo, de
Variaci�n absoluta intercensal de
poblaci�n a nivel comunal en el AMS, 1992-2002
Figura N� 2
Porcentaje de variaci�n intercensal
de poblaci�n a nivel comunal en el AMS, 1992-2002.
En un primer momento, el desarrollo
de dicho negocio inmobiliario pasa desapercibido para la opini�n p�blica, pues
los terrenos de Valle de Chicureo �al oriente de la comuna de Colina � eran
vistos por como inapropiados para proyectos urban�sticos de gran envergadura,
debido, principalmente, a su situaci�n perif�rica y su desconexi�n con el resto
de la ciudad. Sin embargo, medidos en l�nea recta, esos terrenos y las zonas
m�s acomodadas de Santiago ubicadas en el valle de
Al mismo tiempo los inversionistas
se movilizan para lograr una modificaci�n de los instrumentos de regulaci�n
urban�stica, situaci�n que logran materializar hacia finales de la d�cada,
mediante la creaci�n de una figura t�cnico jur�dica que solo tendr� aplicaci�n
para la provincia de Chacabuco en el marco de la aprobaci�n de su Plan
Regulador Intercomunal[2] de 1997. Bajo esta idea, nacen las llamadas
"Zonas de Desarrollo Urbano Condicionado" (ZODUC), entendidas como territorios
urbanizables �superiores a 300 hect�reas- , al interior de las cuales se fijan
las normas m�nimas de equipamientos, servicios y densidad de construcci�n de
las viviendas que ellas deben cumplir. Pensadas como destinos de las clases medias altas y altas, las ZODUC
fueron trazadas como lugares de habitaci�n exclusiva de esos grupos y
contemplaron solo un 5% de su superficie para albergar posibles proyectos de
vivienda social p�blica.
El Plan Regulador Intercomunal de
Chacabuco norma el desarrollo urbano de las tres comunas que componen dicha
provincia, situada al norte del AMS, que son: Colina, Lampa y Til-Til. En estos
tres municipios hasta la aprobaci�n de este �ltimo Plan en 1997, se llev� a
cabo un intenso proceso de subdivisi�n de �parcelas de agrado�[3]
que involucr� a cerca de 80.000 subdivisiones que se acogieron al decreto 3.516
de predios r�sticos (Colina 42.247, Lampa 22.253 y� Til-Til 15.554), que involucraban una superficie
aproximada de
La dispersi�n del asentamiento de
la poblaci�n en las �reas periurbanas y las externalidades ambientales y
territoriales[4]
provocadas por las �parcelas de agrado� fue uno de los argumentos usados, tanto
por empresarios como autoridades para justificar la puesta en marcha de las ZODUC,
las que en definitiva permitieron aumentar las bajas densidades de construcci�n
de las �parcelas de agrado� de
En paralelo a las ZODUC, el Plan de Chacabuco contempl� otro recurso jur�dico al que se denomin� "�rea de Desarrollo Urbano Prioritario" (AUDP). Principalmente, localizadas en la comuna de Lampa y pensadas directamente como instrumento legal que permitiera acoger proyectos de viviendas unifamiliares destinados a la clase media y media baja, las AUDP esperan acoger a personas de la misma provincia y en mayor medida a citadinos provenientes de la gran conurbaci�n de Santiago, contemplando un 30% de su superficie para conjuntos de vivienda social.
Las ZODUCs en� la actualidad: las �no ciudades� para las �lites
En el norte de Santiago, vale decir
en
Piedra
Roja, con su capacidad para unos 65.000 habitantes, es el principal
proyecto de construcci�n urbana hasta la fecha. La primera etapa est� en plena
marcha con 800 casas vendidas y ya habitadas en gran parte (figura N�3).
�El barrio est� estructurado en forma de
vecindarios; las v�as est�n organizadas claramente en avenidas de paso y de
acceso (a menudo ciegas) y el trazado org�nico es ondulado. Una gran laguna de
cuatro hect�reas es el punto de atracci�n �ptico y funcional. En sus m�rgenes,
un club n�utico (1.500 m2), un centro comercial en obras (40.000 m2)
y extensas superficies en ambos lados reservadas para futuros usos comerciales.
A fin de satisfacer las ambiciones de la alta sociedad, se ha previsto, adem�s
del club n�utico, instalaciones exclusivas para que los aficionados practiquen
el golf, la equitaci�n y el polo. En t�rminos de conectividad, el camino Pie Andino garantiza
una circulaci�n exenta de embotellamientos para que dichos grupos lleguen en
breves minutos a sus puestos de trabajo o colegios ubicados en el exclusivo
valle de La Dehesa, a su vez a trav�s de la carretera General San Mart�n, se
puede enlazar con Vespucio Norte y Autopista Central, flamantes v�as de alta
velocidad de uso pagado, a partir de las cuales los tiempos de viaje disminuyen
de forma considerable.
Asombra tambi�n la homogeneidad de la arquitectura de Piedra Roja, apoyada en principios est�ticos que recuerdan m�s los gustos de angloamericanos que los europeos. Los interesados pueden escoger entre cinco tipos de casas, de dise�o y tama�o diferentes. Quien prefiera un inmueble m�s original, puede comprar su terreno en Hacienda Chicureo �un barrio a�n m�s exclusivo� en donde se permite mayor libertad de dise�os arquitect�nicos.
Valle Grande corresponde m�s o menos al modelo
de desarrollo mencionado anteriormente: una ciudad vallada para unos 57.000
habitantes con una arquitectura m�s estandarizada que la de Piedra Roja y con
menos infraestructuras exclusivas (figura N�4). Esta oferta del Consorcio F.
Wood & Almagro apunta a sectores bajos de la alta sociedad.
Perspectiva de algunas viviendas en
Piedra Roja
Fuente: Hidalgo, 2005
Perspectiva de algunas viviendas en
Valle Grande
Fuente: Hidalgo, 2005
La Reserva, en contraste, est� destinada a los sectores m�s exclusivos. Situada en un verdadero anfiteatro monta�oso, cada terreno goza de fabulosos panoramas, adem�s de los casi 60 tipos de casas con arquitectura futurista dise�adas por 40 arquitectos de renombre internacional (figura N�5). Requisitos todos que hacen relucir esta peque�a ciudad como una verdadera �gema� en el AMS. La primera etapa de construcci�n comprende 211 inmuebles. Para enero de 2005 hab�a 160 inmuebles vendidos y 12 reservados.
Figura N� 5
Vista general de un sector de La
Reserva.
Fuente: Hidalgo, 2005
Pie Andino �autopista privada en sus inicios y hoy de
libre tr�nsito� es el motor que impulsa los proyectos urban�sticos en Chicureo.
Con sus
La Radial Nororiente �otra autopista privada actualmente en obras� constituye el enlace con el barrio alto de Santiago y ser� bastante m�s onerosa por sus 16 km de largo, debido a las barreras que la topograf�a impone a su trazado. Con dos v�as continuas en ambos sentidos y t�neles de 7,6 km de largo, puede recorrerse el trayecto entre Chicureo y Vitacura en doce minutos, viajando a una velocidad de 100 km/h. Se estima que los trabajos en la Radial concluir�n en 2007 debido a las complejas obras de ingenier�a.
Otra obra en construcci�n es
La figura N� 6 muestra los shopping
malls y otros centros comerciales planeados o ya en construcci�n, adem�s de
las ZODUC y AUDP ubicadas en el norte de la aglomeraci�n urbana. Las autopistas urbanas, los Mall
y las ciudades vallada, son la triada que da forma al nuevo modelo de la
organizaci�n urbana del AMS, m�s fragmentado y poli-c�ntrico que la ciudad
heredada del proceso de desarrollo basado en la industrializaci�n inducida por
el Estado y consecuencia indirecta, de la implantaci�n de pol�ticas de
desarrollo neoliberal, cimentadoras del �reinado� de la globalizaci�n.
Megaproyectos de barrios cerrados, autopistas y malls: nuevos hitos de la organizaci�n urbana en el norte de la AMS, Provincia de Chacabuco.
Las AUDPs: verdaderos guetos
gigantes para los estratos medios bajos
Comparando el n�mero de habitantes
de
El desarrollo de la infraestructura
vial tambi�n ha favorecido a Lampa, cuya distancia con el centro del AMS,
medida en t�rminos de tiempo, ha disminuido notablemente, gracias al
mejoramiento de la ruta 5 Norte y a
A pesar de esto �ltimo, su
proximidad a la aglomeraci�n y el mejoramiento de la accesibilidad, potencia el
subimiento de nuevos parques industriales de grandes superficies, entre ellos, Valle Grande, vinculado en la actualidad a un hom�nimo megaproyecto
residencial.
En el a�o 2004 arrancaron las ventas en ambos conjuntos residenciales. Las primeras ventas ascienden a 150 y 550 viviendas, respectivamente, pero est�n planificadas para la etapa final unas 15.000 unidades habitacionales, que albergar�n alrededor de 60.000 personas (Figura N � 7).
Tipo de viviendas de Hacienda Urbana Larapinta
Blanco de la oferta en Valle Grande y Larapinta son familias j�venes de los estratos sociales medio y
medio bajo. Viviendas de 55, 65, 70 y
Valle Grande (figura N� 8), en contraste con la Hacienda Urbana Larapinta, se halla mucho m�s cercano a Santiago y tiene buena conectividad con la autopista, la cual conduce sin desv�os al centro de la ciudad en s�lo quince minutos, salvo en las horas punta. El parque industrial con sus puestos de trabajo se halla directamente en las inmediaciones de Valle Grande y, a diferencia de Larapinta, la oferta est� m�s bien orientada a atraer compradores a trav�s de infraestructuras como colegios, establecimientos deportivos y universidad en un futuro cercano.���
Tipo de viviendas de Valle Grande
Fuente: Hidalgo, 2005
Consideraciones finales: nuevas
ciudades o s�lo �nuevas periferias monofuncionales?
Una de las caracter�sticas m�s resaltantes del desarrollo urbano en Latinoam�rica, reside en la fragmentaci�n de la ciudad en muchas unidades peque�as especializadas, de acuerdo con sus funciones. La antigua bipolaridad con su correspondiente divisi�n de una ciudad para "ricos" y una para "pobres" vigente hasta la d�cada de los setenta, ha sido superada. Islas para adinerados �como los "barrios cerrados"� se extienden por doquier en el� �rea urbana. Templos de consumo �como malls, shopping centers y multitiendas� ya no son como anta�o un privilegio del barrio alto; sino que, est�n diseminados por todas partes en la ciudad. Lo que es aplicable al mercado habitacional y al comercio al por menor, se refleja tambi�n en los nuevos patrones de emplazamiento para prestaciones de servicio y complejos industriales: las torres de oficinas no brotan solamente en los barrios tradicionales de la gente acomodada �el casco de la ciudad y sus distritos aleda�os, todav�a en decadencia durante los a�os ochenta, vuelven a recibir fuertes impulsos de crecimiento vertical. El sector industrial tiende finalmente a agruparse cada vez m�s, en peque�os y medianos parques empresariales y a distanciarse de los emplazamientos tradicionales, ubicados en las avenidas de acceso y v�as ferroviarias.
Los procesos antes mencionados,
pueden observarse con cierto detalle en Santiago de Chile. En vista del
dinamismo con que se desarrolla ese proceso �a manera de ejemplo, es casi
imposible tomar una foto en Santiago en donde no aparezca una gr�a� es preciso
plantearse la pregunta de c�mo evaluarlo. Al respecto Carlos de Mattos ha
propuesto la tesis del hibridismo para explicar el surgimiento de los barrios
cerrados (De Mattos, 2003: 48). Si bien, se considera un buen aporte
intelectual, pensamos que es necesario integrar la problem�tica del concepto de la cultura
urbana en Latinoam�rica y si �sta, no est� contrarrestada por la fragmentaci�n
y el desarrollo "h�brido" en las periferias metropolitanas. �No
constituyen acaso las emergentes "ciudades valladas" formas de vida
post-suburbanas (Borsdorf, 2004) o incluso post-urbanas?. En �ltima instancia,
�no son esos conceptos urban�sticos implantados en Latinoam�rica hasta el
absurdo, manifestaciones de la mentalidad agraria estadounidense infiltrada a
trav�s de los canales de la globalizaci�n en una cultura enteramente diferente?
Ponderando los criterios definidos por H. Bobek sobre lo urbano, los megaproyectos re�nen tan s�lo los requisitos de densidad y dimensi�n. Como guetos puramente, son s�lo monofuncionales; cuando cuentan con equipamientos y servicios, pueden disfrutar de ellos �nicamente los miembros que los pueblan. Las actividades del sector secundario son inadmisibles y la "vida urbana" no se despliega, porque podr�a ser incluso motivo de incordio. Otros sondeos, han demostrado que las infraestructuras comunitarias �sobre todo las de los "barrios cerrados" en donde habita la alta sociedad� pr�cticamente no son aprovechadas. Su esp�ritu exclusivista es incompatible con lo colectivo. Todo esto se aproxima, sumamente, a un estilo de vida aristocr�tico-rural que se distancia, sin duda alguna, del urbano. En efecto, la publicidad para las "ciudades valladas" hacen eco de que en ellas, el idilio de respirar la paz de la campi�a se convierte en realidad. Este es el mensaje principal, transmitido adem�s al estrato medio y medio bajo, a trav�s de prospectos que promueven estos complejos residenciales en donde sus miembros vivir�n, m�s bien, hacinados.
En este �ltimo caso, lo m�s cuestionable, empero, de estos grandes complejos, bajo cuyos techos morar�n alrededor de 50.000 personas, es la falta de interacci�n normal con los distintos estratos propios de la diversidad social de las ciudades. Los precios m�nimos de los inmuebles impiden todo tipo de interacci�n con otras clases, lo que da pie a pensar que en el futuro ocurrir� m�s bien una mobilidad en sentido horizontal que vertical, como ocurre en los Estados Unidos de Norteam�rica. Eso significa que el ascenso de un individuo en la escala social, conducir� a la b�squeda de un nuevo barrio residencial, para mudarse, en lugar de permanecer en el antiguo e invertir en su propiedad.
Nada se aparta m�s de la urbanidad en sentido cl�sico que este fen�meno. Analizando a fondo las "ciudades valladas", �stas se revelan como la ant�tesis de la urbe puesto que el individualismo se antepone al civismo, el idilio de la paz rural a la vida colectiva y lo excluyente a lo incluyente. Las nuevas tendencias se manifiestan como modelos contrarios al concepto tradicional de ciudad, ya que invalidan las funciones principales de ella como la accesibilidad, el aprovechamiento p�blico de redes viales, de comercios, de planteles educacionales y otras prestaciones de servicio. Falta plantearse la pregunta si ese modus vivendi a la postre perdurar�. Es verdad de Perogrullo, dicen en Latinoam�rica, que los ricos no pueden subsistir sin los pobres, pues su bienestar depende de los servicios que ellos les prestan. Falta por ver si esa sentencia subsistir� con este nuevo estilo de vida.
[1] Los resultados son parte del los proyectos Fondecyt 1030472 y 7050123.
[2] Los planes reguladores intercomunales, est�n llamados a orientar, promover y regular el desarrollo urban�stico de las �reas urbanas y rurales de dos o m�s comunas, encontr�ndose regidos por la Ley General de Urbanismo y Construcciones.
[3] Las parcelas de agrado corresponden al fraccionamiento del suelo r�stico originado por el Decreto con Fuerza de Ley 3.516 de 1980, que estableci� en su articulo primero que �los predios r�sticos, esto es, los inmuebles de aptitud agr�cola, ganadera o forestal ubicados fuera de los l�mites urbanos o fuera de los l�mites de los planes reguladores intercomunales de Santiago y Valpara�so y del plan regulador metropolitano de Concepci�n, podr�n ser divididos libremente por sus propietarios siempre que los lotes resultantes tengan una superficie no inferior a 0,5 hect�reas f�sicas�. La aplicaci�n de esta normativa condujo a un intenso proceso de subdivisi�n de la tierra en las �reas rurales del pa�s y con especial vigor en la periferia de las ciudades. En este proceso se generan una serie de nuevos asentamientos de poblaci�n, que son reconocidos en la toma de datos de los Censo de Poblaci�n y Vivienda del a�o 2002. En este sentido, el glosario de dicho Censo se�ala que� la parcela de grado corresponde a: �asentamiento humano, concentrado o disperso que se ubica en una o m�s propiedades de peque�a extensi�n, inferior a media hect�rea (5.000 metros cuadrados), con nombre propio com�n a todas ellas. La parcela de agrado, por su dimensi�n no constituye una explotaci�n agr�cola, aun cuando existan cultivos al interior de ella; se diferencia de la parcela agr�cola por el tipo de edificaci�n moderna de la vivienda, correspondiente a un nivel socio-econ�mico medio-alto y alto. Por lo general, la parcela de agrado se ubica en las cercan�as de los centros urbanos de importancia; ellos forman un conjunto de varias propiedades que se reconocen con un nombre propio com�n, que generalmente se deriva del nombre del predio que las origin�, independientemente del nombre propio que pudiere tener cada propiedad. La parcela de agrado pierde su categor�a si su monto poblacional corresponde a la de Aldea (entre 301� y� 1.000� habitantes)�.
[4] Estas externalidades tuvieron su expresi�n en la creciente necesidad de infraestructura y equipamientos que comenzaban a demandar esos asentamientos creados fuera de los mecanismos de la planificaci�n territorial. La ausencia de las redes de urbanizaci�n, fundamentalmente agua potable y alcantarillados, mostr� claros signos de desencadenamiento de procesos de deterioro ambiental por carencia y/o aprovisionamiento parcial sin las condiciones sanitarias m�nimas de dichos servicios (Hidalgo, Salazar, Roa y Lazcano, 2003).
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� Copyright Axel Borsdorf, Rodrigo Hidalgo, 2005
� Copyright Scripta Nova, 2005
Ficha bibliogr�fica:
BORSDORF, A.; HIDALGO, R. Los Mega-dise�os
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<http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-194-03.htm> [ISSN: 1138-9788]
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