En España se publican unos 90000 libros cada año, pero pocos de ellos son un eslabón en el universo creativo de su autor. Es el caso de Rui Valdivia, un singular pensador y artista que experimenta con el arte y su persona en diferentes formatos. Especialmente interesantes son sus califactos, artefactos artísticos que condensan obra gráfica y poética, listos para ser además declamados, y a los que últimamente se está añadiendo una capa más escénica y músical. En Por si no lo sabes podemos encontrar sus versos, y en ¡Esto es la anarquía! Ensayo sobre la libertad y sus monstruos (Decordel, 2019) su faceta teórica, que sin duda no pueden entenderse completamente por separado.
Hemos conversado con Rui Valdivia acerca de esta última novedad editorial, que se presenta el próximo sábado 11 de mayo en Liber Arte (calle Ave María 32, a las 18 h.) y el viernes 17 de mayo en La Forja de las letras (calle Cervantes 10, a las 20 h.).
– Un pequeño reto. Voy a escribir algunos conceptos clásicos del anarquismo y tú tratas de devolverme una respuesta en una frase, da igual que sea una definición, una consideración o simplemente lo que te inspire en este momento.
Antiautoritarismo: que las personas sólo obedezcamos los acuerdos, contratos o normas que emanan directamente de la voluntad libre del individuo. Contra todo privilegio o poder que se ejercite sin el consentimiento explícito del sujeto afectado.
Libertad en igualdad: para que los acuerdos entre individuos, y por tanto, la cooperación social se pueda dar con justicia, resulta necesario ser antiautoritarios, y por tanto, defender siempre que la libertad de todos debe ser igual.
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El anterior libro de Rui Valdivia fue Ensayo sobre las dos ruedas, que también es un importante esfuerzo teórico muy ligado a la experiencia.
Autonomía: se trataría de la capacidad del individuo para ordenar su vida según su voluntad en cooperación libre e igualitaria con otros individuos. La libertad para romper los acuerdos y la capacidad para pactar otros nuevos.
Acción directa: todas las necesidades vitales relacionadas con la alimentación, la educación, la salud, la seguridad, la vivienda, etc. deben ser resueltas por los propios trabajadores utilizando íntegramente los frutos obtenidos por su trabajo.
Apoyo mutuo: la libertad individual sólo se puede ejercer en cooperación con otras personas, a través del apoyo mutuo que nos prestamos para ayudarnos a obtener los objetivos vitales que consideramos valiosos. El apoyo mutuo hace posible la inteligencia colectiva y por tanto que se pueda crear una sociedad estructurada y ordenada que ofrece bienestar sin que exista autoridad y privilegio, a través de los acuerdos voluntarios de los individuos.
– Me gusta mucho la manera en que el arte entra en dialéctica con otros asuntos en el libro, ¿En qué sentido el arte es político? ¿En qué sentido es una herramienta para alcanzar la libertad?
Más que de arte me gusta hablar de experimentación artística, porque el arte realmente valioso no es un objeto, y menos aun esas obras de arte onerosas y elitistas que copan el mercado del arte. Entiendo el arte como la forma que posee la especie humana de fabricar su imaginario, y por tanto, de trascender el aquí y el ahora para obtener un conocimiento valioso con el que transformar su vida cotidiana y social. Los objetos de arte que utilizamos como mediadores para esta función cognitiva no portan por sí mismos esta función, sino que ésta se fabrica cada vez que experimentamos el arte en un determinado entorno social, lugar, predisposición, ambiente, etc. Por ello la misma obra de arte puede servir para la opresión, y también para la emancipación. No hay que olvidar que la burguesía y su intento de llevar su arte a los obreros a través de los museos o los conciertos populares, pretendía crear un imaginario de comunidad cultural trascendente que eliminara la lucha de clases bajo el bálsamo de la cultura compartida y los valores trascendentes de la nación y su arte nacional. El arte como el gran apaciguador. Por ello el arte es político, porque mediante la experimentación artística el cerebro humano construye su imaginario, tanto las imágenes que lo forman como las interrelaciones que se forman entre ellas y de las que va a depender la ideología, la conciencia social, y gran parte de las construcciones mentales que nos damos sobre la manera de percibir el mundo, de situarnos y de construirlo.
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Si no existiera la experimentación artística, no podríamos reconstruir el imaginario que puebla nuestro cerebro y no podríamos transformar la realidad. No olvidemos que el cerebro humano se forma fundamentalmente fuera del útero materno, y que se construye según las percepciones concretas que le llegan, con gran plasticidad. Nuestra libertad está “coaccionada” por cómo ha sido fabricado cada uno de nuestros cerebros concretos, por lo que la única manera de crear algo nuevo a partir de cada configuración consiste en exponerse a percepciones y ambientes diferentes, y es en este terreno en el que la experimentación artística cumple esa función de rediseñar con el material existente un nuevo cerebro y una manera alternativa de percibir y fabricar nuestra vida cotidiana y social. Puede decirse que el mejor indicador sobre nuestra libertad nos lo ofrece esta capacidad individual para diseñar autónomamente nuestro cerebro, de autoconstruirnos como individuos en consonancia con el entorno social que ayudamos a fabricar a nuestro alrededor. Por tanto una experimentación artística que estimula el deseo y nos espolea a fabricar otra realidad en comunidades de aprendizaje y experimentación que utilizan el arte para fabricar su identidad y estimular su deseo común.
– Lo que llamas los monstruos de la libertad ocupa un espacio importante en el libro, ¿podrías explicar de qué se tratan?
Me valgo de ese símil tan barroco de que el sueño de la razón produce monstruos, y en este caso que igualmente el sueño de la libertad los ha creado. Son tan peligrosos porque nacen del ejercicio de nuestra misma libertad e ideológicamente se perpetúan porque creemos que nuestra libertad sólo se puede dar si realmente existen. Por tanto, funcionan igual que los monstruos de la razón. En el libro hablo de algunos de ellos, pero existen más. Se trata del sufragio universal, el bien público, el Estado de Bienestar, la política cultural, el trabajo, la propiedad, etc. Todos ellos han sido creados para darnos libertad, pero realmente estos monstruos nos someten a la servidumbre voluntaria. Todos ellos funcionan de la misma manera: renunciamos a ejercer nuestra libertad, nos sometemos a la servidumbre voluntaria de los expertos, los representantes políticos y las burocracias porque confiamos que así vamos a ser más libres, porque creemos que su protección y conocimiento resulta más útil que el nuestro. Pero todos estos monstruos viven a costa de nuestro tiempo y trabajo robado, y la libertad que nos regalan y que los justifica como imprescindibles, tan sólo se compone de las migajas mínimas que cada sistema político y económico nos otorga para poder funcionar. Creemos que sin la seguridad, el bienestar y la felicidad que nos proporcionan sería imposible ejercer la libertad. Que sin la existencia de estas megaestructuras ligadas a los Estados no podríamos ser libres. Consideramos, por tanto, que la libertad es algo que nos otorgan y que va ligada a nuestro buen comportamiento en relación con los atributos que el poder considera valiosos para consolidar la desigualdad y la explotación.
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Las llamadas izquierdas han considerado siempre que la mejor manera de conseguir más libertad consistía o en domar a los monstruos (socialdemocracia) o en hacerse con su control (comunismo autoritario). La oportunidad que abren las experiencias libertarias intentan superar a estos monstruos, ni destruirlos, ni domarlos ni controlarlos, sino hacerlos inservibles a través de la libertad ejercida desde abajo por los propios individuos.
– Hay en el libro cierta actualización del corpus clásico de la anarquía a través de temas que han sido centrales en el pensamiento político de las últimas décadas, como la noción de comunes o las vías abiertas por internet…¿podrías desarrollárnoslo brevemente?
Toda comunidad que aspira a la libertad debe poseer los materiales necesarios para construirse autónomamente. Los comunes son las cosas que se poseen en común, y cuyo uso y disfrute se ejerce por acuerdos libres e igualitarios de los miembros de cada comunidad. Todos los bienes ambientales, los recursos naturales, los medios de producción material, el conocimiento, la cultura, forman los comunes que una comunidad democrática debe poder gestionar libremente y que deben estar al alcance paritario de todos. Y afirmo esto porque la aparición de aquellos monstruos de los que he hablado, y del capitalismo, como sistema económico que a todos los reúne, se ha producido históricamente en concordancia con la transformación violenta de los bienes comunes (de todos) en bienes de unos pocos, y de que en ese expolio se haya justificado la labor bienhechora de los Estados y de la casta de los propietarios. Si resulta tan difícil superar a los monstruos y tomar las riendas de la propia libertad, es porque los bienes comunes son poseídos y gestionados por una minoría que de este modo nos usurpa los materiales y el conocimiento imprescindibles para ejercer nuestra libertad. Unos materiales que no olvidemos, hemos creado nosotros mismos, y que el poder controla y se apropia para consolidar la explotación a la que nos somete.
En esta lucha histórica, que todavía acontece, internet y todo el movimiento por el software libre nos ofreció la posibilidad de hacerla otra vez patente, puso ante nuestros ojos los grandes conceptos en lucha, y evidenció que resultaba posible crear riqueza y orden a través de redes de individuos que actuaban libremente. Se vio que el conocimiento podía fluir con libertad, y que éste se podía utilizar para crear comunidades de producción alternativas al capitalismo y que cada vez mayor número de personas nos poníamos a trabajar en red, coordinadamente para producir mercancías y servicios alternativos y competitivos a los que fabricaba el Estado y los monopolios y las grandes empresas subsidiadas por los Estados.
Sin embargo, toda esta confianza se ha transformado, lamentablemente, en esa nueva forma de explotación que adopta ahora el precariado industrial y cognitivo por medio de aquellas tecnologías de la información que parecían ofrecernos nuevas herramientas para la autonomía, el apoyo mutuo, la acción directa, en suma, para la libertad y la producción de nuestra propia libertad.
– Háblanos por último del resto de facetas artísticas que desarrollas y de qué manera se incardinan vitalmente con lo que has plasmado en ¡Esto es la anarquía!
Como antes afirmaba, la experimentación artística resulta esencial para provocar reacciones, para visualizar el mundo y nuestra realidad social de formas alternativas a las que el sistema nos propone. Por esta razón, intento también fabricar experiencias artísticas a mi alrededor, intentar crear el clima y la situación adecuada para que mis materiales artísticos puedan funcionar como materiales de emancipación. Evidentemente yo no voy a emancipar a nadie, pero esas poesías ilustradas que fabrico y que estoy exponiendo en espectáculos teatralizados y conversacionales, las comparto con el objetivo de que sirvan para situar a las personas en terrenos perceptivos nada comunes ni habituales, y que por tanto, puedan servir para ayudar a desenmascarar a los monstruos y para crear una imaginario sano ligado al deseo de libertad. Estos artefactos poéticos son políticos no porque hablen de política, sino porque quiero decirlos con el objetivo de que ayuden a transformar la realidad en la que me muevo, porque deseo encontrar compañeros de viaje en esta aventura por producir nuestra libertad.
Como expresión de mi deseo por compartir mi experiencia, todo lo que he fabricado está a libre disposición en ruivaldivia.net. Sobre mi experimentación artística y sobre la utilidad que cumple la experimentación artística.
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