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Fue un año frenético el de Rodrigo De Paul. Dentro de la cancha, confirmó su influencia como una de las columnas vertebrales de la selección argentina. Ya lo era antes de viajar a Qatar y pese a algún sobresalto en los primeros dos partidos, se terminó consolidando desde lo que más le aportó al equipo de Lionel Scaloni: juego, sacrificio, tenacidad y desdoblamientos ofensivos y defensivos, según corresponda para cada acción.
Su influencia en el juego del seleccionado fue determinante, por más que hubo figuras que resaltaron más en acciones puntuales, como Dibu Martínez y sus atajadas ante Australia, Países Bajos y Francia; como Lionel Messi, el capitán que terminó brillando más que nunca a medida que la dificultad crecía en el camino; como Nicolás Otamendi, que hasta la final con Francia hizo un Mundial perfecto; como Enzo Fernández y Julián Álvarez con sus apariciones explosivas; como Cuti Romero con sus anticipos ofensivos (otro que fue de menor a mayor); como los rendimientos sin errores de Nicolás Tagliafico en los últimos dos partidos ante Croacia y Francia; y así se podría seguir con Di María, Paredes, Acuña, Molina, Montiel y los restantes integrantes de la lista de 26. Hasta Gerónimo Rulli y Franco Armani, los únicos que no jugaron ni un minuto, aportaron desde lo grupal y lo humano para la vuelta olímpica.
¿En qué dato puntual se destacó De Paul en la conquista argentina? Siempre se remarcó la sociedad que el exenganche surgido en Racing construyó en los últimos años con Lionel Messi. Como si fuera un guardaespalda del 10. Fue algo así, pero para seguirlo a toda hora para atacar y defender. El total de pases acertados por la Argentina en el torneo fue 3.721 (4.323 totales, 86,1% efectividad), pero De Paul terminó siendo el socio de todos. Y la segunda combinación en la tabla con más pases concretados fue la de De Paul a Messi (89), apenas superada por una por las entregas de Otamendi a Cuti Romero (90).
De las primeras 13 combinaciones de pases entre compañeros que generó la selección durante el Mundial, en nueve de ellas aparece De Paul. Por características, siempre fue el corazón del equipo, ese jugador solidario que nunca paraba de esforzarse para ser una rueda de auxilio defensiva o respaldar un ataque, rematar de media distancia o terminar presionando como 9 al arquero rival, como sucedió en la antesala del gol de Julián Álvarez a Australia: el que apareció picando por el centro fue De Paul, el que presionó al arquero Mathew Ryan para que el equipo marque el 2-0 parcial.
Dentro de las nueve secuencias de pases con un compañero entre las primeras 13 de la selección que involucran a De Paul, según datos de Opta Stats Perform, el actual mediocampista de Atlético de Madrid aparece en cinco de ellas como “pasador” y en cuatro como “receptor”. Como “pasador”, luego de la marcada anteriormente (a quien más buscó fue a Messi, con 89 entregas), le siguieron los pases de De Paul para Molina (68), a Otamendi (62), a Enzo Fernández (55) y Cuti Romero (54). Al siguiente fue a Di María (35).
Como “receptor”, de quien más pases recibió De Paul fue de Cuti Romero (75), seguido por Molina (70), Enzo Fernández (67) y… Messi (52). Luego de ellos, le dieron más pelotas Otamendi (36), Paredes (36) y Mac Allister (29).
Como la Argentina no solía jugar al pelotazo largo, en las recepciones de De Paul se nota cómo muchas veces los defensores lo buscaban a él para ser el nexo entre la defensa y la línea de volantes, incluso por encima de Leandro Paredes (Arabia Saudita), Guido Rodríguez (México) y Enzo Fernández (Polonia), los tres números 5 que arrancando jugando cronológicamente el Mundial en los primeros tres partidos, aunque ese puesto luego fue del futbolista de Benfica, pese a que el ex Boca lo retomó ante Croacia. Y por jugar preferentemente como interior del medio hacia la derecha o como volante derecho directamente, es lógico que De Paul haya tenido una mayor (y mejor) conexión con Molina, el lateral por esa banda. ¿Y cuándo le daba la pelota Messi? Por lo general fue para resetear ataques, para sacar del barullo la circulación del balón, como apoyo para jugar un pase atrás para luego volver a lanzar hacia adelante. O para buscar centralizar el juego y que De Paul sea quien cambie de dirección para Mac Allister (o Di María, si se remite a la final, que el ex Rosario Central jugó por la izquierda). De Enzo Fernández, quien terminó como 5 titular, se entiende esa entrega sin saltear líneas para De Paul, que ahí se movía más adelantado pero manteniendo la simetría para no pasar a estar una posición en la que el exRiver no lo tuviera pase.
A la hora de ser De Paul el “pasador”, fue normal que al que más busque luego de Messi sea a Molina, las triangulaciones por la derecha; pero De Paul juega para los dos arcos, por eso también aparecen los centrales Otamendi y Cuti Romero. Los pases atrás eran un volver a empezar, en una tenencia que solía ser superior a la de los rivales.
De Paul se reconvirtió en un jugador completo, algo que incluso se lo marcó Reinaldo Merlo, que le reconoció su evolución cuando lo encontró ya ‘europeizado’, lejos del enganche surgido de las inferiores que Mostaza entrenó en Racing. Y más allá de los abrazos de De Paul con Messi, cuatro de los 89 pases que De Paul le dio dejaron al 10 en posición de remate. De Paul fue el jugador que hizo posible modificar todos los sistemas, adaptándose a jugar con línea de 3, de 4 o de 5. Si Scaloni utilizó 9 esquemas distintos en Qatar fue porque, entre otras cosas, tuvo un De Paul como el corazón en el círculo central.
De Paul también juega sin la pelota: por dar un ejemplo de por qué aparece entre el mayor nexo del equipo y sin tomar sólo los pases completados, fue el jugador que más se ofreció ante Australia para recibir el pase de un compañero: 137 veces. Pero esa oferta se concretó en 59 ocasiones (43,1%). En cambio, Messi estuvo en condiciones de recibir 81 veces -es lógico, ya que suele tener más jugadores encima y precisa generarse espacio para la recepción-, pero su tasa de conversión fue del 56,8% (46 veces). La más alta del equipo, según señaló hace unos días Marcelo Gantman en su columna en LA NACION. De Paul tuvo contra Australia su partido con mayor cantidad de distancia recorrida en el Mundial (11,7 kms), lo cual le da un nuevo sentido a la idea de correr: lo hizo, entre otras cosas, para presionar al arquero Mathew Ryan en el gol de Julián Álvarez y también pudo haberlo hecho para ofrecerse como opción de pase para sus compañeros.
El día antes de la final, De Paul escribió un mensaje en redes sociales: “En estos cuatro años hemos logrado escribir páginas muy importantes de nuestro país a base de muchísimos esfuerzos, de mucha presión pero con un solo objetivo, que todos ustedes se sientan representados por este equipo, no solo que lo logramos, sino que conseguimos que todos los argentinos estemos unidos por un sueño”. Lo dijo el “conector” de la selección, el más buscado y el que más buscó pases para que la Argentina juegue unida, y sume pases encolumnada detrás de un objetivo, de una ilusión.
Rodrigo De Paul se recibió del “socio de todos” en Qatar, con ese juego táctico para ser un pulmón de relevos y potenciar a Messi con su búsqueda constante (y su auxilio). Fue clave aunque no haya tapado ningún mano a mano ni haya hecho algún gol. Esas fotos fueron para los demás. Lo suyo, lo trascendental, vino por otro lado.
(*) Estadísticas de Opta Stats Perform