Rumbo al Mundial Rusia 2018. #50GrandesMomentos: 10 – El desastre de Suecia
Agrandada por su consagración en el Sudamericano de 1947, la selección argentina viajó al Mundial de Suecia 1958 confiada en cumplir un buen papel. Sin embargo, la realidad le dio una dura cachetada al equipo, que volvía a los Mundiales después de 24 años de ausencias.
El plantel era bueno. Figuras como Amadeo Carrizo, Pedro Dellacha, José Ramos Delgado, Omar Orestes Corbatta y José Sanfilippo permitían ilusionarse con una digna tarea. Pero la desorganización fue total. De hecho, en la previa del Mundial, el equipo apenas jugó tres partidos amistosos frente a Paraguay, Uruguay y el Colo-Colo de Chile, y poco antes del comienzo del torneo, se lesionó Roberto Zárate, y el DT Guillermo Stábile llamó de urgencia a Ángel Labruna, que ya tenía 39 años…
El cuerpo técnico llevó apenas un juego de camisetas. Entonces, cuando se perdió el sorteo ante Alemania Federal, el plantel debió salir a buscar prestado uno alternativo. Así pues, el 8 de junio la Argentina salió a jugar contra los germanos con una inédita camiseta amarilla, propiedad del club local IFK Malmö.
El partido terminó 3 a 1 para los europeos. Pedro Dellacha, integrante del plantel, recordó tiempo después: “Lo que hubo fue una falta de responsabilidad en algunos muchachos, que tal vez no comprendían la verdadera importancia de un Mundial. Para ellos era lo mismo que jugar un partido en Buenos Aires. La verdad es que no hubo disciplina en ningún momento del torneo”.
Para que se entienda mejor. En aquella época, la selección argentina le importaba a muy pocas personas. No contaba con un plantel fijo, ni con un programa de trabajo. Todo se organizaba sobre la marcha. Toda esa improvisación que caracterizó a la AFA duró hasta los ´70, cuando el equipo nacional se convirtió en la prioridad número 1. Tres días después de la derrota ante los alemanes, la Argentina derrotó a Irlanda del Norte 3 a 1 y se ilusionó con avanzar a la siguiente fase.
Mussimessi se agarró a trompadas con Vairo, Pipo Rossi le armaba el equipo a Stábile, nosotros no conocíamos ni el color de la camiseta de los rivales, y mucho menos cómo jugaban.» (José Sanfilippo)
Sin embargo, el sueño duró un suspiro. El 15 de junio de 1958, la Argentina sufrió la goleada más aplastante de toda su historia en los Mundiales. Checoslovaquia aprovechó todo, ganó 6 a 1 y despidió a la selección albiceleste del mundial de la peor manera. “Fuimos a la deriva. Si hubieran querido, nos metían 14. Nunca me sentí tan humillado en una cancha de fútbol”, confesó el enorme arquero Amadeo Carrizo en el libro ‘Así jugamos’. Y en el mismo texto, José Sanfilippo enumera: “Mussimessi se agarró a trompadas con Vairo, Pipo Rossi le armaba el equipo a Stábile, nosotros no conocíamos ni el color de la camiseta de los rivales, y mucho menos cómo jugaban, con otros compañeros nos metimos a cocinar porque nos daban de comer cualquier cosa, y si no fuera por los cinco mil dólares que les presté a los dirigentes no nos volvíamos, porque se habían patinado toda la guita. ¿Les parece poco?”
El papelón siguió con un bochornoso recibimiento al plantel en Ezeiza, donde los jugadores recibieron insultos y esquivaron monedazos y tomatazos. Lo único que quedó claro fue que ya no éramos los mejores. Y como resumió el periodista Borocotó en la revista El Gráfico, “La lección ha sido dura, lo triste sería no aprenderla”.
- Este texto forma parte del libro 50 Grandes Momentos de los Mundiales, publicado por Ediciones Al Arco en 2014 y repartido por el Ministerio de Educación de la Nación, de manera gratuita, en todas las escuelas públicas de la Argentina.El libro se puede leer en este mismo sitio, o descargar en pdf, Todos los derechos reservados.